sábado, noviembre 28, 2015

THE UNHAPPY PRINCE



1900. París. Un hombre avejentado y degradado pasea por las calles su indigencia y humillación. Aún conserva cierta áurea dandy irónicamente sobre su traje ajado. Cínico, observa el mundanal espectáculo con la sabiduría pobre del paria que es, del genio que fue. Sin amigos, sin familia, sin dinero, mendiga para comer. Tiene cuarenta y seis años. Se llama Oscar Wilde.

            Apenas cinco años antes, el Londres victoriano conseguía hacer caer todo el peso de su puritano orden y corrompida moral sobre el tan odiado como ensalzado autor de El retrato de Dorian Gray, reciente el éxito de La importancia de llamarse Ernesto, ingeniosa burla altanera a la aparente y vulgar sociedad de su tiempo donde lo importante es ser formal. “Un hombre que desee ser algo distinto de lo que es: miembro del Parlamento, tendero boyante, abogado prominente, juez, o cualquier otra cosa igualmente aburrida, conseguirá, sin duda, ser lo que desea. Ese es su castigo; los que desean una mascara tienen que llevarla puesta”. Moderno, provocador sarcástico “No se puede ir a ningún sitio sin encontrarte gente lista. La cosa se ha convertido en una pesadez notoria. Ojalá que nos quedase algún tonto suelto”, ególatra inteligente “La mayoría de las personas son otras: sus pensamiento, las opiniones de otros; su vida, un imitación; sus pasiones, una cita”, artista amoral, decadente y esteta “No hay libros morales ni inmorales. Simplemente hay libros bien escritos y mal escritos”, a la vez triunfador y víctima de su época.

            1985. Tras dos ignominiosos procesos, la Justicia, la prensa, la opinión pública y el marqués de Quensberry, cuyo hijo, entre otros, mantenía relaciones homosexuales con Wilde, lograron culparle de cometer actos sumamente indecentes con otras personas de sexo masculino, condenado a dos años de trabajos forzados bajo un régimen alimenticio insuficiente e insano en una celda insalubre, puesta a la venta todos sus bienes y prohibida la exhibición y publicación de sus obras. Primero, la cárcel de Wandsworth; después Reading. Dos años de dura condena en los que pierde hasta la identidad: es el preso C.3.3. “El sistema penitenciario actual parece no tener más finalidad que arruinar y aniquilar las facultades espirituales”. Tras la cárcel, el insulto, la humillación, el destierro, la pobreza, el olvido. De la fatuidad de los salones victorianos a la mendicidad en los arrabales parisinos bajo el seudónimo de Sebastian Melmoth. “Todos nacemos reyes y la mayoría morimos en el exilio, como muchos reyes”.

            Peter Ackroyd novela el diario de los últimos días de Wilde. “Pero los pobres son los verdaderos proscritos del mundo... La oculta hueste de los pobres lleva grabadas las marcas de nuestra civilización como si fueran cicatrices: es por eso que la clase media nunca se detiene a mirarles... Es un privilegio para mí haberme vuelto como ellos, haberme convertido en el prototipo de la infamia, en un vagabundo indigente que tiene que mendigar su pan...”. Cuan lejos está el soberbio y deslumbrante alumno del Trinity College Oxford que rindiera Londres a sus pies del proscrito que, enfermo, moría el 30 de noviembre de 1900 en el Hotel d´Alsace, rue des Beaux-Arts. “Descubrí en mi propia tragedia que el artificio se derrumba; un mundo tan artificial también se desmoronará, y tendrá que enfrentarse a su propio vacío como tuve que hacer lo yo en la celda de una prisión. Y, a pesar de que mi propio siglo pueda haberme aplastado, todavía soy más noble que mi destructor porque yo sé, al menos, que debo morir.

            Los restos de Oscar Fingel O´Flahertie Wills Wilde reposan en el cementerio parisino de Père Lachaise. Recientemente la Iglesia anglicana ha repuesto su buen nombre. “Los pecadores eran sórdidos; los pecados espléndidos”.

sábado, noviembre 21, 2015

LA MULTITUD COMO RELACIÓN (Conversación con Juan Domingo Sánchez Stop)

 
La multitud es un campo de relaciones 
  

Juan Domingo, has hablado en más de una ocasión del 'popolo' de la TV como apelación populista, ¿podría considerarse la oclocracia el gobierno de la multitud 'cattiva'[1], de este pueblo de la TV?
 

Podría, pero no todo el pueblo de la televisión es cattivo. Cattiveria es reducirlo a eso.


Entonces, ¿cuál es la relación entre oclocracia[2] y muchedumbre, porque para ti multitud cattiva sería un oxímoron, ¿no?)


Y multitud buena también: un espacio ontológico del encuentro, de la asociación y de la guerra no puede decirse bueno ni malo en sí. Hay muchedumbres atravesadas por pasiones tristes, hay muchedumbres atravesadas por pasiones alegres, e incluso muchedumbres capaces de construir nociones comunes, pero ningún tipo de cualificación moral les conviene. Estamos en un plano de inmanencia estricta. La multitud no es ningún sujeto y menos aún un sujeto moral.
 

Entonces, ¿la multitud que descuartiza a los hermanos De Witt[3] sería una multitud atravesada por pasiones tristes, y esta multitud puede dar pie a un gobierno que la subyugue?

La multitud es el único fundamento de cualquier tipo de poder político. La multitud puede desear que alguien la subyugue: es el secreto del régimen monárquico según Spinoza: “Naturalmente, el gran secreto del régimen monárquico y su interés vital consisten en engañar a los hombres y en disfrazar bajo el nombre de la religión el temor con el cual se la quiere contener. De tal modo que combaten por su servidumbre como si de su salvación se tratase y creen no envilecerse sino alcanzar el más alto honor cuando vierten su sangre y sacrifican su vida por las pretensiones de un solo individuo. Por el contrario, no cabría imaginar ni podría emprenderse nada más desastroso en una libre república, pues la libertad general, con toda evidencia, no admite que el juicio individual esté sometido a prejuicios, ni a ningún tipo de coacción.” (Spinoza, Tratado teológico-político, Prefacio).

 
Entonces, ¿el sujeto no es la multitud sino parte de ella?
  
Es que no hay sujeto: solo relaciones. El materialismo, si es una ontología (lo que es discutible), sería una ontología de la relación. La relación nos atraviesa y nos constituye, no solo nos afecta como algo exterior.

 
Nemo Niente
   
Ecco! 
 
  
La multitud es un campo de relaciones: es el concepto que permite -desde la Antigüedad- disolver toda sustancia en relaciones constitutivas. El materialismo acepta con orgullo la denuncia del pensamiento reaccionario: el materialismo es un pensamiento “disolvente”.
 



[1]               Cattivo= malo, malvado (italiano)
[2]             Oclocracia= degeneración de la democracia, gobierno de la canalla según Polibio.
[3]             Los hermanos de Witt fueron asesinados por la multitud absolutista que se rebeló contra la República holandesa (dirigida por Jan de Witt, Gran Pensionario de Holanda) para imponer el absolutismo de la casa de Orange. Spinoza fue un defensor crítico de esa República.

 

sábado, noviembre 14, 2015

ENTRE LA ESPERANZA Y EL MIEDO; LA IZQUIERDA EN ARANJUEZ


                                                               la cadena no es casual

¿Qué puede decirnos Spinoza, un filósofo del siglo XVII, sobre el ominoso acuerdo para otorgar medios a los partidos políticos del Pleno Municipal entre el PSOE y el PP en Aranjuez? Pues parece ser que bastante. Spinoza nos advierte sobre la superstición, nos previene sobre la esperanza, condena la sumisión y alerta sobre las pasiones tristes. Como él mismo nos dice en el Tratado Teológico-Político:  ¿Por qué luchan los hombres por su servidumbre como si se tratara de su salvación?.

            Spinoza nos dice en la Ethica que “no hay esperanza sin miedo, ni miedo sin esperanza” porque quien está pendiente de la esperanza teme que no ocurra lo esperado, y quien teme espera que no ocurra lo temido, por lo que esperanza y miedo conforman una pasión triste que merma nuestra capacidad de acción haciéndonos pensar cosas irracionales, supersticiosas, al no tener nuestro pensamiento asiento en la razón. Así, la superstición para Spinoza es la creencia en cualquier cosa, y como nuestro ser está expuesto a la mudable fortuna de la naturaleza, esta creencia es tan cambiante como pasajera.

            Este circulo vicioso que trazan el miedo y la esperanza tiene su reflejo en la política pues no en vano es en la democracia -"asamblea de todos los hombres que tienen colegiadamente soberano derecho en todas las cosas que pueden"- donde Spinoza fía la dinámica multitudinaria capaz de aportar felicidad a los hombres en tanto en cuanto contribuye a aumentar la potencia de estos, a no ser que se muevan por la superstición y entonces la política “consiste en llenar a la multitud de miedo y de una vaga esperanza, de modo que las personas luchen intensamente por su propia sumisión al poder. Empiezan a creer en las supersticiones (la estrellita, las banderas, los frentes, los guiños a la izquierda) no por ser engañados, sino porque se constituyen afectivamente por el engaño, porque necesitan de él, necesitan transformarlo en verdad.” (Izquierda, Spinoza y voto crítico. Bruno Cava).  Pongamos atención: creemos en las supersticiones para constituirnos afectivamente por el engaño, porque necesitamos una “verdad” a la que agarrarnos. Y esa verdad, esa superstición, es, en nuestro caso, la “izquierda”, una invocación, como nos dice Bruno Cava, que siempre termina conduciéndonos a su defensa porque instalados en el eje izquierda-derecha, a la izquierda le basta, al contrario que a la mujer del César, con parecer honrada sin serlo, resultando que el “voto crítico” a todo gobierno por no ser lo suficientemente de izquierda es inocuo.

Habría que reflexionar entonces hasta qué punto esa falsa idea, esa superstición de 'la izquierda', es causante de decepción para algunos y enfado para otros, pero evidencia en definitiva de una ilusión política inexistente que sólo funciona como retablo de las maravillas cervantino para capturar la potencia de la gente. Habría que recordar ahora la apelación impolítica de la noche electoral del 24M a un 'gobierno de la izquierda' en vez de a 'un gobierno de cambio', trocando el empoderamiento de la gente por su sumisión a una identidad supersticiosa. Hay toda una 'complicidad' subconsciente de la que el PSOE sabe aprovecharse muy bien valiéndose como se vale de la complicidad consciente con el PP. Son las típicas pasiones tristes que las gentes del poder alimentan en nosotros para disminuir nuestra comprensión, nuestra capacidad de acción, nuestra rebelión. Pues como nos recuerda Deleuze, "tienen necesidad de la tristeza: solo pueden reinar sobre los esclavos, y el esclavo es precisamente el régimen de la disminución de potencia.”

Pensar que la secuela del PSOE gobernante en la legislatura 2003-2007, esa de cuyo nombre no quiere acordarse la temerosa auditoría, pudiera subordinarse al cambio decretado por las urnas en las municipales -que no 'a la izquierda'- era engañarse. Una superstición que podría haberse exorcizado precisamente con la investidura si ésta hubiera sido publicada a los cuatro vientos y con refrendo multitudinario, porque donde hay participación no hay temor ni esperanza, sino inmanente razón conjunta. El pleno de investidura abría la posibilidad, una vez cerrado el paso al PP, de publicitar una legislatura donde la participación de la gente tomara cuerpo en las instituciones municipales, auténtico veredicto mayoritario de las urnas más allá de siglas e ideologías. Con tal condicionante, una vez que el PSOE tirara por la borda la posibilidad de un gobierno de confluencia en Aranjuez, como era previsible que iba a hacer y ha hecho, la denuncia pública del trampantojo sería expuesta en bandeja de plata y el único reproche que cabría sería apoyarlo.

Pero Aranjuez parece ser un ecosistema político único, y tras el tsunami municipalista del 24M en pocos municipios vamos a ver pactos entre el PSOE y el PP como el de Aranjuez. En pocos sitios como aquí el clientelismo y las supersticiones de la 'izquierda' lastran tanto a la ciudadanía. En pocos sitios como aquí el 15M y sus derivados políticos han sido tan intrascendentes. Se pregunta Santiago Alba Rico si podemos ser de izquierdas. Cabe pensar que sí siempre que, parafraseando a Cortázar, no hagamos de ella una puta vestida de rojo.