EL HORIZONTE MUNICIPALISTA Y MÁS ALLÁ
La noticia aparecida hoy en Eldiario.es sobre la posibilidad de la no presentación de candidaturas municipales en toda España por parte de Podemos
ha causado un enorme revuelo. Sin embargo se corre el peligro de no percatarse
de la importancia del problema si tan sólo nos fijamos en una de sus
vertientes: la de cordón sanitario para arribistas que puedan comprometer el
buen nombre de la formación cuando lo que está en juego es algo mucho más
importante como es la combinación de tácticas electorales para institucionalizar el común.
Para empezar tengamos en cuenta que se llega a lo electoral no como momento político independiente sino como expresión política de lo social. En el terreno municipal, Ganemos apela a la subordinación de lo político en lo social a partir de una coinvestigación de los movimientos desde abajo, no a una intervención virtuosa desde arriba como ha planteado con éxito Podemos en las europeas. Tanto uno como otro -Ganemos y Podemos- parten de las nociones comunes generadas por el 15M, continente de la potencia política y la capacidad de institucionalización que ambos pretenden hacer efectiva como expresión política. Sin embargo, actuando de modo independiente, sólo podrían acabar provocando una escisión del movimiento pues quienes no sepan distinguir los momentos políticos y sólo conciban Podemos, y Ganemos, como medios electorales, reducirán a 'unidad' y 'partido' la multitudinaria singularidad del movimientos y sus diversas manifestaciones.
Una herramienta
en manos de la gente como Podemos tiene que adaptarse a los distintos tiempos
electorales (Podemos, europeas y generales; Ganemos, municipales) sin perder de
vista su subordinación al movimiento en tanto que la estrategia es del
movimiento, la táctica de las organizaciones. Podemos no está tanto concebido
para las municipales como para las europeas y generales donde la opción
populista tiene más cabida. Es posible que quienes están mirándose el ombligo
de su municipio no atisben el horizonte municipalista que puede abrirse con
'Ganemos', que además no sólo no disminuiría la potencia de Podemos sino que la
aumentaría al reconocerse ambas dos como parte de una estrategia común. Ello no
supone no presentar candidaturas municipales por definición sino adaptar el
modelo y el método según las necesidades del movimiento.
Claro está que
una decisión como ésta ha de ser debatida, propuesta y, llegado el caso,
aprobada en la Conferencia que Podemos va a realizar este otoño, y no han de
ser los medios, interesados o no, quienes anuncien o influyan en tales
decisiones, ni tampoco valerse de los mismos para que vayan cociéndose. El
método debe prevalecer ante todo, y ha de ser democráticamente como habrá de resolverse la confluencia de cara a los próximos eventos municipales. Pero
también hay que recordar a quienes ejercen de militantes o activistas con anteojeras
lo que el movimiento, la ciudadanía, ya está sancionando en Barcelona, Madrid, Málaga,
Valladolid y otras ciudades. Una ciudadanía a la que se debe Podemos
precisamente y que, aprovechando la presencia de personalidades sobresalientes de los movimientos sociales, los movimientos mismos y la experiencia municipalista, está desarrollando candidaturas ciudadanas que constituyen un material inmanente e imprescindible
con el que abordar no sólo el asalto institucional sino la constitución de
instituciones comunes. La apelación a la generosidad empieza por las propias
formaciones políticas mandando obedeciendo, y si hablamos de la manoseada
‘unidad de la izquierda’ –mejor llamémosla confluencia de la izquierda-
pensemos tácticamente su significado, y exijámonos lo que exigimos a otras
formaciones, como por ejemplo IU, poniendo al servicio de la gente las
herramientas políticas generadas. No se trata de competir electoralmente sino
de confluir para ganar.
Recientemente
Pablo Iglesias declaraba que
“Lo fundamental en política no son las siglas que se ponen sobre la mesa ni la
oferta en términos de mercado electoral sino cuál es la iniciativa que en cada
momento sirve para movilizar la ilusión y el deseo de cambio” huyendo de la
“obsesión fetichista” de las siglas, llamando a “apoyar y empujar
humildemente" procesos "ciudadanos" que vayan surgiendo. El
único criterio de autoridad válido es el multitudinario y un buen ‘príncipe’ ha
de ser virtuoso a la hora de enfrentarse a los avatares de la fortuna y qué
mejor que seguir a la multitud que, como decía, Maquiavelo, es más virtuosa que
los príncipes.
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