miércoles, octubre 26, 2011

A CC.OO. SE LE ACABA EL TIEMPO


Intentaré explicar por qué el artículo de Agustín Moreno (AM), Unidad para seguir la movilización, me parece tendencioso y parcial, partiendo de que su autor debe ser conocedor de que un nuevo sujeto está emergiendo en esta crisis de lo público como apropiación por desposesión por parte del capital, de la cual los ataques a la enseñanza son un síntoma más.
 En primer lugar dejar claro que mi crítica a AM y CC.OO. se basa en la consideración sobre la responsabilidad que este sindicato tiene en este proceso, tanto dada su pretensión de sindicato de clase como por ser el sindicato mayoritario del sector. No son los méritos de los sindicatos minoritarios precisamente los que avalan la crítica a CC.OO., reconociendo que la actuación de aquellos pueda ser interesada, supuesto en todo caso que debería quedar fuera del análisis al igual que las descalificaciones a los mayoritarios para moverse dentro de la ecuanimidad sin ninguna tendenciosidad.

Dicho esto, conviene dejar otra cosa clara: la supuesta división provocada por los sindicatos minoritarios es, es todo caso, provocada por una parte del profesorado que considera que los sindicatos mayoritarios representados en la mesa intersindical, y CC.OO. en particular, al erigirse en canalizador de las demandas, no responden convenientemente a sus necesidades. Esto es preciso reseñarlo porque los sindicatos, ni unos ni otros, son los protagonistas de esta movilización, y son precisamente ellos quienes han introducido los elementos perturbadores en la misma.

Por último, convendría que se precisara para qué es necesaria la unidad. Pareciera una obviedad si no fuera porque las apelaciones a dicha unidad pueden suponer, como en mi opinión está ocurriendo, una rémora de las movilizaciones, en tanto en cuanto el movimiento se ve obstaculizado por los equilibrios unitarios que tiene que hacer una mesa intersindical con intereses contrapuestos y que, además, ha impuesto su calendario de movilizaciones al profesorado en repetidas ocasiones, contraponiendo su propia unidad a las demandas de estos, más unitarias que las suyas sin duda alguna. Lo cual, nos lleva a considerar una dualidad real, asamblea-sindicatos, en la cual cada uno tiene su (re)presentación, admitiendo que si bien la primera es todavía muy deficiente, ha de valorarse y reforzarse dentro del proceso de emergencia del nuevo sujeto en que nos encontramos.

A continuación voy a citar en cursiva fragmentos del artículo de AM con los que intentaré justificar mi opinión.

Es evidente que cierto nivel de división ha empezado a cristalizar en un colectivo que ha estado muy unido, que se lleva bien y que ha participado con entusiasmo en las movilizaciones. Supongo que situaciones parecidas se estarán dando en algunos otros centros, aunque sé que en muchos otros no es así. La pregunta es ¿qué está pasando? Las cosas se han hecho razonablemente bien, porque íbamos unidos.

Esta apelación a la unidad es tendenciosa porque no reconoce que la consecución de la unidad radicaba en el mantenimiento de un calendario más o menos continuado en las movilizaciones que, aunque con disensiones, se había conseguido establecer en la asamblea del 8 de septiembre –cabe recordar las dificultades que la mesa intersindical puso al mismo y cómo incluso no fue parcialmente respetado (huelga del día 22), calendario que de alguna manera se ratificaba con la opción mayoritaria 2-0-2-0 de la asamblea del 7 de octubre tras las votaciones de los centros y que los sindicatos mayoritarios daban de lado con la irrisoria convocatoria de los días 3 y 23 de noviembre. Obviamente, así, no hay unidad posible, salvo entre aquellos dispuestos a mantener esa mayoría en torno a un calendario mínimamente exigente, disposición que ha de demandarse a un sindicato de clase como se postula CC.OO, que en este trance podría haber optado por una nueva unidad en vez de plegarse a un acuerdo de mínimos con UGT, STEM, ANPE y CSIF, que habían dado la espalda a las asambleas del profesorado. Luego, en mi opinión, CC.OO comenzaba a no hacer las cosas razonablemente bien. [CC.OO., UGT y STEM han convocado conjuntamente huelga general en la enseñanza pública no universitaria al menos el día 17 de noviembre tras más de diez días en que la convocatoria del 3 y 23 de noviembre, desoyendo las votaciones de las asambleas de los centros consultados, había soliviantado suficientemente al profesorado como para provocar la asamblea y huelga al margen de la mesa sindical. ¿No hubiera sido más unitario haber consensuado tal convocatoria con la asamblea de profesores antes de plegarse a ANPE y CSIF anunciado la afrenta de las falsihuelgas de noviembre?]

En cuanto a la fuerza e impulso de la movilización, AM lo expone claramente, por lo que no caben dudas acerca del potencial que los sindicatos, CC.OO, tenían en sus manos y que han desaprovechado:

Hace muchos años que no se veía un nivel de participación en las huelgas y en la calle tan masivo, así como tanto debate en las asambleas de los centros y de las zonas. Ello está permitiendo crear una fuerte organización en las zonas y en los institutos. Aunque este proceso asambleario es difícil de compaginar con las dinámicas sindicales de todo tipo, lo que hace muy compleja la gestión del movimiento. Pero el malestar docente no se ha quedado en el ámbito privado o de las salas de profesores, sino que ha tomado cuerpo, se ha transformado en acción y en organización y ha salido a la calle. Tiene más valor este hecho en un contexto de dura crisis económica e inseguridad laboral y social, y de avance político-electoral arrollador de la derecha neoliberal más dura.

Destacar también que es el propio autor quien, trascendiendo el análisis de la situación de la enseñanza, expone la situación política, mostrando la importancia de movilizarse durante la campaña electoral, punto inaceptable para ANPE y CSIF que abandonan al profesorado a su suerte en esas dos semanas:

Durante la campaña electoral no se suspenden derechos y libertades fundamentales como la manifestación y la huelga. Y es la ocasión para colocar en medio del debate político, que hay que presumir bastante tedioso, la situación y el futuro de la educación pública en España. Y ésta es nuestra baza para demostrar, desde la calle, que no es cierto el falaz discurso político que intenta negar el ataque al Estado de Bienestar.

Sin embargo, el AM político va por un lado, y el AM sindical por otro, como vuelve a mostrar al analizar las causas de la división que se está cristalizando, con la pretensión decidida de acusar a los minoritarios de la misma –en todo caso, son profesores quienes han abierto dicha vía, no sindicatos- bajo una pregunta retórica para la que tiene dispuesta la contestación a priori:

Nos puede estar empezando a pasar que se abran grietas en el movimiento, que debilite nuestro fuerte pulso con la consejería de educación, el nivel de la protesta y su mantenimiento en el tiempo. ¿Qué está sucediendo?

Tras repasar AM los datos la asamblea de Maforem del 7 de octubre, pasa a interpretar los mismos, tendenciosamente, como si los profesores allí reunidos fuéramos incapaces de leer correctamente y necesitáramos de tutela sindical. Esta pretensión de tutelaje hacia el sujeto emergente, hacia un sujeto concreto, el profesorado, que llevaba ya un mes de lucha, es insultante, y no responde al zapatista mandar obedeciendo, sino simplemente dirigir.

Es evidente que los resultados hay que leerlos e interpretarlos para hacer las cosas de la mejor manera.

Y añade:

Alguna zona como Vallecas llevamos una propuesta desde nuestra asamblea: llevar la propuesta a la reunión de la Intersindical y si no fuera posible el acuerdo y para evitar que se rompiera la unidad plantear una segunda alternativa: b) el 19 de Octubre, jornadas de lucha generalizada en los IES, asambleas con familias y alumnado, y medidas del tipo de huelga la japonesa para cargarnos de razón ante el resto de la comunidad educativa y la opinión pública; el 20 de Octubre huelga de toda la educación pública no universitaria y gran manifestación por la tarde; el 22 de octubre: Manifestación Estatal por la Educación Pública; y dos días de huelga en la primera semana de noviembre para cumplir la voluntad de los centros que se han pronunciado por el 2-0-2-0.

Si recordamos la asamblea del 8 de septiembre en UGT, AM también llevaba los deberes hechos –insisto en que AM pasa por alto en su análisis de la división aquella desastrosa asamblea que a punto estuvo de abortar las movilizaciones. En aquella ocasión, su propuesta de alternar huelgas y movilizaciones salió adelante, no por su capacidad sindical de lectura, sino porque la mayoría del profesorado allí presente se adhirió a ella y la impuso a la mesa –aunque al día siguiente esta la tergiversase. Bien, lo que ocurre el día 7 de octubre, es que AM y su propuesta ya no cuentan con el apoyo de la mayoría de los profesores allí presentes. Y esto no es achacable a una minoría sectaria, minoría que también estaba presente el día 8, sino a que la mayoría no estaba dispuesta a conculcar las votaciones de las asambleas por mantener una unidad sindical a todas luces ineficaz e, incluso, opuesta a las demandas del profesorado.

Entonces, AM se arroga la potestad de saber interpretar los datos y se coloca por encima del profesorado, acusando y criminalizando de la ruptura, no a quienes conculcan las votaciones del profesorado sino a quienes se oponen a ello, demandando AM una votación cuyo único objetivo era imponer un calendario que satisficiese a la mesa sindical que se reuniría unos días después bajo la excusa de que había quienes habían votado un calendario menor, que no estaban representados todos los centros,….. argumentos ciertos pero esgrimidos a posteriori, semejantes a los que pudimos oír en la asamblea del día 8 por parte de la mesa intersindical para imponer el inicio de la huelga el día 14 -hecho que AM no menciona al criminalizar a los alborotadores atribuyéndoles la pretensión de la misma. Llovía sobre mojado, levaba lloviendo desde finales de septiembre debido a que los sindicatos no estaban dispuestos a dar la iniciativa al profesorado; en todo caso, tutelarlo, como pretende CC.OO., pero sin dejar de repicar en la mesa intersindical que es donde parece ser que se juegan sus intereses y su unidad , postergando las demandas del profesorado si es necesario. AM deja clara al final del siguiente fragmento a quién se debe CC.OO renunciando a la responsabilidad que los profesores en este momento le han puesto en las manos.

Con ello, se delegaba toda la responsabilidad a CCOO de convencer al resto de sindicatos de la propuesta de los dos días de huelga para el 19 y 20-O (en una misión prácticamente imposible) o tener que decidir si mantenía la unidad sindical o se sujetaba a la posición reflejada por el profesorado que había participado en la encuesta.

A partir de aquí AM carga de la mala manera contra la asamblea de el IES Emperatriz María de Austria, argumentando razones hábilmente escogidas que, en mi opinión, no son las auténticas razones del cisma como he expuesto anteriormente, rematando finalmente que se trata más bien de enfrentar a una parte del movimiento del profesorado con otra y con los sindicatos. Sectarismos de unos y mala práctica sindical se dan de la mano. A partir de aquí, si continúa la división, las posibilidades de éxito de la lucha caen en picado. Enfrentamiento, sectarismo, mala práctica sindical….. efectos que en modo alguno dan cuenta de las causas. Y si bien acto seguido AM critica certeramente cuestiones necesarias de modificar para restablecer la confianza -Los sindicatos de la mesa sectorial no han querido ceder o compartir protagonismo con otros sindicatos y con el movimiento del profesorado… No han respetado siempre los acuerdos de las asambleas del profesorado… Han empezado a tener miedo a las asambleas abiertas del profesorado y representantes de las zonas… etc., tales críticas no son a estas alturas, después de criminalizado el bucle sectario (sic), sino la sentencia lampedusiana de que todo cambie para que todo siga igual porque se intenta administrar un conflicto dialécticamente, es decir, haciendo cambalaches unitarios que no rompan la mesa sindical, cuando la potencia del movimiento ha desbordado a unos sindicatos que de no haber sido por la marea verde del sujeto emergente estarían missing y que se han mostrado incapaces, reticentes o, abiertamente contrarios, a otorgar al movimiento el protagonismo, temerosos de las acusaciones de la administración de que estaban siendo desbordados por los del 15M, en vez de propiciar el asalto de este nuevo sujeto de las plazas a los centros de trabajo, en un marco en que los trabajadores inmateriales, de la enseñanza en este caso, cobran el protagonismo ante la desposesión de lo público, de lo común. Mal augurio sindical ante las luchas que se avecinan.

Todas las propuestas finales de AM para enderezar la situación (sic) habrían de pasar por buscar la unidad entre quienes están dispuestos a sostener las demandas del profesorado, y si no se es capaz, por dejar que sea el propio profesorado, -¿CGT y CNT estarán dispuestos a hacerlo?- que ha mostrado más unidad y combatitividad que los sindicatos en este conflicto, quien encuentre su organicidad a través de sus propios instrumentos de lucha, porque si aceptamos esa dualidad referida anteriormente, reconoceremos que la germinación de nuevas instituciones es tan necesaria como inevitable, no tratándose de competir con las estructuras sindicales sino de superarlas. En este sentido, a CC.OO. se le acaba el tiempo y no vale retrasar los relojes sino asumir la responsabilidad que le da ser el sindicato mayoritario del sector. A la pregunta tendenciosa de ¿qué está pasando?, opóngase la de ¿qué estamos dispuestos a que pase?