jueves, octubre 30, 2008

MAÑANA EMPIEZA TODO



Ya sabíamos que la socialdemocracia era la gestión talentosa, es decir, con talante, del capitalismo. Por eso, desde una posición de clase distinguir entre las variopintas adjetivaciones del sustantivo democracia, hoy por otra parte sin sustancia alguna, carece de validez política económica dado que la dinámica del capital es la que reduce todo forma política de gobierno a un valor de cambio, a una mercancía.
Esto se ha comprobado en la actual crisis financiera global, mostrándose una vez más la inconveniencia de hablar de imperialismo cuando varias potencias tales como EE.UU., Rusia, UE, China, Países del Golfo Pérsico se tratan de tú a tú económicamente (la persuasión militar ya es otra cosa, de momento). Y no solo ha mostrado esta crisis la virulencia económica global sino que ha desmontado a su vez la perspectiva socialdemócrata de la misma que proclamaba una derrota de la economía de libre mercado, en un intento muy suyo de ocultar el conflicto de clase, puesto que ha ocurrido todo lo contrario: ha sido el mercado, el capital financiero, quien ha absorbido la sociedad toda hasta el punto de hacer dependiente no ya a los Estados, que siempre lo han sido respecto a los entes financieros, sino hasta los más mínimos consumos individuales de la gente, que será a través de la merma de sus ingresos económicos, sociales, en definitiva vitales, quien rescate al capital a través del dinero público y la recesión, y que expresa eso que denominado lucha de clases se afanan por silenciar.
Esta absorción de la sociedad por parte del capital no es un hecho novedoso puesto que es estudiado por Marx en el capítulo VI inédito de El Capital bajo el concepto de la subsunción real del trabajo en el capital, y rescatado por el obrerismo italiano a partir de mayo 68. Podría denominarse como bioexplotación para indicar que la extracción de plusvalía afecta a la sociedad entera y a todos los órdenes de la vida habiéndose desplazado dicha explotación de la fábrica a la sociedad por lo que la centralidad proletaria, eso que llaman el sujeto revolucionario, ha desaparecido, y con ello las formas de organización propias de ese periodo de luchas afirmando que una composición técnica del trabajo diferente requiere una composición política diferente.
Hoy ese sujeto sería la gente que trabaja tanto en anteriores formas de producción como en las nuevas, especialmente. (cuando Marx escribía ni el proletariado ni la fábrica eran mayoritarios pero si el porvenir). El obrero social acuñado por los comunistas italianos es hoy mayor de edad en el S XXI. Esto, que lo ha entendido el capital a la perfección promoviendo el paso de la composición del trabajo fordista al posfordismo tras la revolución del 68, las fuerzas obreras fordistas apenas lo han entrevisto.
Puesto que el capital, hoy capital financiero, ejerce una bioexplotación, también provoca biocrisis. La actual crisis financiera global lejos de ceñirse a las perversiones del mercado o de algunos de sus banqueros, es una crisis sistémica producida por los costes de reproducción del sistema cada vez más cuantiosos. Y reproducir el sistema no es solo mantener el beneficio capitalista sino también mantener los mecanismos de todo tipo que aseguran la explotación, incluidas las guerras en gran parte del planeta. Recurrir al Estado no es sino el culmen de dicha explotación para proseguir manteniendo la insostenibilidad económica de los mercados.
La consigna nosotros no vamos a pagar vuestra crisis es una base sobre la que articular una serie de luchas destinadas a remover al movimiento, a la gente. porque es la gente, y solo la gente, la que desde su singularidad y autonomía va a plantearse y a resolver el problema de la organización, de la acción política. No son los dirigentes ni los intelectuales sino las multitudes quienes inventan desde su experiencia como bien apreció Lenin en la comuna parisina y en los soviets mal que les pese a los partidistas del Partido. Así que mañana empieza todo.

miércoles, octubre 29, 2008

BARBARIDAD



“Si bien habéis reconocido que el estudiante actual no es apto ni está preparado para la filosofía, que carece de instinto para el arte auténtico y que, frente a los griegos, es un bárbaro que se cree libre, no por ello debéis huir horrorizados delante de él... De hecho, tal como es, es inocente; tal como lo habéis conocido, es una acusación callada pero terrible contra los culpables.” (Friedrich Nietzsche, Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas).
Tan actual es la consideración del filólogo y filósofo alemán que José Sánchez Tortosa encabeza su libro El profesor en la trinchera extrayendo de Nietzsche la cita: “El estudiante actual es un bárbaro que se cree libre”. Si bien pareciera que tal aseveración, junto con el subtítulo del libro, La tiranía de los alumnos, la frustración de los profesores y la guerra en las aulas, señala acusadoramente al alumnado de los males de la enseñanza toda, no es así. Según Heráclito, S. V a.C., “Todas las cosas ser criadas a manera de contienda o batalla”. La ignorancia que está en el interior de cada uno es el enemigo que se encuentra a diario en nuestras aulas.
Retomando el mito de la caverna de Platón desde la versión más cibernética de Matrix, el autor expone la dura tarea de librar al alumno de su ignorancia innata y, lo que es peor, superada la etapa del aprendizaje infantil, la tendencia a perseverar en ella parapetándose contra el esfuerzo y la inteligencia enrocándose en la ‘idiotez’ (idion, en griego, es lo propio frente a lo común, koinon). Una ignorancia, una ‘idiotez’ que convierte la tendencia natural en sentencia administrativa desde las políticas educativas pervirtiendo el objetivo de toda enseñanza, cual es educar hombres intelectualmente libres en vez de mantener esclavos de los instintos.
Esta pretensión de hacer pasar por enseñanza obligatoria lo que no es sino idiotez impuesta es contestada diariamente por los alumnos a semejanza del mozo que respondiera al Sancho gobernador de la Ínsula en El Quijote aunque con mayor abuso que ingenio: “Presuponga vuestra merced que me manda llevar a la cárcel y que en ella me echan grillos y cadenas y que me meten en un calabozo, y se le ponen al alcaide graves penas si me deja salir, y que él lo cumple como se le manda. Con todo esto, si yo no quiero dormir, y estarme despierto toda la noche sin pegar pestaña, ¿será vuestra merced bastante con todo su poder para hacerme dormir, si yo no quiero?”
Publicado en Cuatro Esquinas º610

martes, octubre 28, 2008

BIENVENIDOS AL DESIERTO


La gente de los noventa, esa que anda ahora por los dieciséis y dieciocho años, se enfrenta a su primera crisis, no personal sino social. Ahora, y sin Morfeo que los guíe, aparecerá ante ellos el desierto de lo real tal cual. Caídos los software de ocultación, revelada la ciberapariencia del sistema, queda la verdad, nada más.
Eran los años ochenta cuanto tras la movida vino la realidad. El nacional-progresismo se dispuso a implantar el postfordismo con el fordismo aún sin acabar. Fue un salto mortal que ninguna derecha podía ejecutar. Necesitábase de la complicidad ilusa de unos ciudadanos dispuestos a no pensar llevados en volandas por el cambio. Era preciso renovar la composición técnica del capital tras los años de acumulación franquista, y, a la vez, modificar la composición técnica del trabajo, cercar su crecimiento, derechos y adquisiciones ante un capital que necesitaba un mercado laboral a su gusto. La aplicación del nacional-progresismo fue impecable. Entrados los noventa el desierto de lo real apareció en todo su esplendor tras los fastos de la Expo-92.
Hoy, invalidados los mecanismos institucionalizados de representación –partidos y sindicatos protagonistas del desfalco-, el sistema se confía más que nunca a su barroca capacidad de prestidigitar complejas maquinarias de engaños y embelecos en la subjetividad social. La opresión ideológica es más efectiva que la física. Esta queda para migrantes, excluidos y demás. Pero todo síntoma psíquico conlleva un padecimiento físico, somatiza dolor.
Los jóvenes habrán de salir del videojuego –los sacarán de todos modos- y convertir su adormidera de artilugios tecnológicos es dispositivos de pensamiento, creación y resistencia. Habiendo crecido sin partidos, sin referencias institucionalizadas, los inconvenientes pueden ser ventajas dado que el conocimiento por uno mismo vale más que el inducido. La política está por inventar.
Toca su crisis, toca su inclusión en el mundo del trabajo. Toca ser mayor de edad desasidos de la tutela de los padres, el instituto, la pandilla. Todo atisbo gregario ha de ser relegado por el instinto individual y solidario que provee el común de lo vivido. Solo desde la inmanencia cabe la presentación, no la representación. Solo desde la inmanencia cabe la reflexión de cada singularidad en el común como máquina subversiva y jovial.
Publicado en Cuatro Esquinas º614

lunes, octubre 27, 2008

SEAMOS COMPRENSIVOS



“Se es ciudadano, en legítima autodefensa frente a esa apisonadora (los partidos)... Ciudadano es saber que, ante las urnas, no se delega en el mejor. Se hace uso del menos malo, para expulsar al pésimo...” Quien así dice es Gabriel Albiac, otrora marxista y discípulo del maestro de todos los maestros, ateos, por supuesto, Baruch Spinoza. Hace no muchos años Albiac se manifestaba de esta otra manera: “asistimos a la extinción de esa figura crucial de la modernidad llamada ciudadano... al cual la revolución había enseñado que no hay verdad sino en la negación, la resistencia, la primacía de la interrogación y del conflicto... Consenso, consentimiento, cesión de la potencia propia en las manos de otro que todo lo posee para hacernos siervos...”.
De la resistencia y el disentimiento se pasa a ceder la personalidad política ‘al menos malo’. Un travestismo como otro cualquiera para consentir ser siervo, tomar partido por no ejercer potencia. Esa es la apuesta electoral, expulsar al pésimo, nos dice. El conocedor de la ‘Ética demostrada según el orden geométrico’ reniega de su primer fin: “Non ridere, non lugere, neque detestari, sed intelligere”. No reírse, no afligirse, ni indignarse con las pasiones sino comprenderlas.
Seamos comprensivos pues ante la descomposición provocada por una triste pasión: “Ninguna razón me impele, en efecto, a afirmar que el cuerpo no muere más que cuando es ya un cadáver. La experiencia misma parece persuadir más bien de todo lo contrario. Pues ocurre, a veces, que un hombre experimenta tales cambios que difícilmente se diría que es el mismo” (Spinoza, Ética). Su prosa podrá ser tan precisa como el escalpelo de un diamante pero sus ideas ya no son las mismas. La alegría, y la política, no se da una sin la otra, han desaparecido de sus escritos.
Seamos comprensivos con las elecciones, los pésimos y los siervos. Cuando a Spinoza le fue ofrecida una renta vitalicia y la cátedra de Heidelberg por someter su intelecto, contestó: “Nunca me he afanado por la fama porque quien espera el reconocimiento de los hombres se desvía de su propio ser y se expone a decepciones... Lo que me dais, es nada. Lo que pedís, lo es todo para mí” (La tentación de Spinoza, Lorenzo Silva). El ‘menos malo’ es tan pésimo como el peor. Seamos intransigentemente comprensivos. Seamos ciudadanos.
Publicado en Cuatro Esquinas º595