domingo, noviembre 25, 2007

VOLATINEROS



‘El poder decisorio de la izquierda volátil’ es un reciente artículo, más interesado que interesante, más aritmético que político, que plantea que el voto decisivo no es el voto centrista sino el voto que oscila entre IU y la abstención. Bajo la hipotética tesis de la existencia empírica de una mayoría de izquierdas se esconde la aviesa intención de siempre: hay que votar al PSOE. “... con una participación lo suficientemente alta y con un voto a IU lo suficientemente bajo, el PSOE siempre ganará unas elecciones generales”.
Estamos ante la consabida subalternidad que tanto se predica desde el PSOE. Los votos de la izquierda –vean que obvio el eufemismo ‘volatil’- son importantes siempre que procuren la victoria ‘psocialista’, a ser posible, cuanto más marginales y anecdóticos mejor, demonizando convenientemente la abstención, pues ésta favorece al PP –evito decir ‘derecha’ para no hacer discriminación con el PSOE, alternativa conservadora postransicional.
Se aportan dos pervertidos ejemplos. “En 1996 la izquierda obtuvo 12,06 millones de votos y la derecha 9,76. En 2004 se repitieron las cifras... En el primer caso ganó el PP y en el segundo el PSOE. La diferencia la marcó el resultado de IU, que obtuvo un 11% de los votos totales en 1996... y solamente un 4% del total en 2004”. “En las elecciones de 1933 el anarquismo- se abstuvo. Y ganó la derecha. En 1936, los anarquistas fueron a las urnas... Ganó la izquierda”. Nada que añadir acerca del antianguitismo pero sí sobre omitir que la República de 1931 era una república burguesa mientras que en el 36 sectores del Frente Popular reclamaban la consecución del Socialismo. República y Socialismo no son sinónimos.
Como volatineros, entendiendo por tales aquellos colectivos que andan en el alambre político sin red, no se debe ser precisamente volátil, es decir mudable, sino constante, en la militancia, en la abstención, en el voto en blanco y perseverar en la propia identidad circense que supone el triple salto mortal cada vez que la cesta de la compra es la luna en la carpa de la lona social. Si, según el autor, la izquierda volátil es heterogénea pero tiene en común un rechazo frontal a todo lo que representa la derecha y desdeña al PSOE, al que votan tapándose la nariz, ergo la izquierda debe votarse a sí misma, abstenerse, ‘blanquear’ o no votar.
Publicado en Cuatro Esquinas º584

martes, noviembre 20, 2007

REPÚBLICA



El imaginario colectivo otorga un significado político a la forma de estado republicana que va más allá del concepto jurídico en sí mismo, acrecentándose con la subjetividad mítica y narrativa de un determinado momento histórico. A partir de aquí, el término adquiere una trascendencia identitaria que más que corresponderse con dicha forma estado reclama un ideal perdido en el tiempo.Como consecuencia de todo ello se considera ‘república’ como sinónimo de ‘izquierda’ en un afán reivindicativo de lo que pudo haber sido y no fue, e incluso, de lo que quisiera ser, obviando la determinación histórica del evento y la constitución del acontecimiento. Tal evento data de 1931 como forma de estado burguesa tras un previo transcurrir de acontecimientos sociales que desde finales del S.XIX y primeros del XX van haciendo emerger el ansia proletaria. Luego, la II República es la antesala revolucionaria que se desencadenará en el 36 ante el balbuceo moderado de hombres como Azaña, desbordados por el devenir del pueblo.El acontecimiento es la multitud excediendo la Constitución Republicana. Que tras la primavera del 37, tal ímpetu se ahogara en defensa de la legalidad constitucional cuando el único gobierno reconocible era la propia multitud, no cambia el acontecimiento revolucionario sino su deriva contragolpista unida al golpe militar del alzamiento. Legalidades enfrentadas sobre un pueblo armado. Recordemos que tras el 39 no volvió la Monarquía; lo haría mucho después derivándose de las leyes orgánicas de la Dictadura. Así pues, la República como forma de estado tiene connotaciones históricas no identificables en otros países de nuestro entorno. Francia e Italia son repúblicas y nadie tendrá a Chirac o Berlusconi por paradigmas de ‘izquierda’. Quizá la reflexión sea volver sobre el acontecimiento revolucionario que tuvo lugar durante el evento republicano. De la identificación con uno u otro depende en mucho el significado que otorguemos a una III República.
Publicado en Cuatro Esquinas nº 396

jueves, noviembre 15, 2007

LÁGRIMAS EN LA LLUVIA



“He visto cosas que vosotros no podríais creer. Naves de combate en llamas, más allá del anillo de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad de la puerta de Tannhauser... Y todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”. Lágrimas en la lluvia. Roy Batty rememora toda su vida en la eclosión de la lucidez última, aquella que con toda seguridad es nuestra. “Es toda una experiencia vivir con miedo... ¿verdad?”
El miedo como dispositivo político. Naomi Klein, activista canadiense, profundiza en ello en su último libro ‘La doctrina del shock’. Una guerra, una matanza, un ataque terrorista, un desastre natural, o cualquier hecho amenazador, permite la aplicación de una política de shock que justifique acciones económicas de privatización, desempleo y carestía. Este shock, similar a las descargas eléctricas aplicadas a los prisioneros y enfermos, ha de generar la dosis suficiente de terror y parálisis que permita someter a sociedades enteras. Es un dispositivo para lograr objetivos políticos y económicos. El 11-S o Nueva Orleans son un ejemplo de este capitalismo del desastre. El desastre provoca la conmoción y la consiguiente demanda inducida de control.
Esto que pudiera parecer quizá fantástico, ficticio, convive con nosotros a diario desde la producción del pánico a partir de los medios hasta la trivial inquietud de andar por casa. Así, la invocación del desastre provocado por la deuda municipal se utiliza no solo como arma arrojadiza entre los contendientes sino, sobre todo, como justificación para implantar tanto medidas privatizadores como reducción del gasto social sin que, como contrapartida, se reduzca el despilfarro. Es decir, la deuda, que existe realmente provocada por los sucesivos gobiernos municipales, sirve como dispositivo para ejecutar políticas antisociales por ellos mismos.
Está escrito que la política está hecha del paciente ajedrez de los cadáveres. Incluso esta política del desastre arrastra a quienes pretenden oponerse a ella porque se reconocen continuamente entre los vencidos en vez de pensar con Spinoza que “El hombre libre en nada piensa menos que en la muerte y su sabiduría no es meditación sobre la muerte sino sobre la vida”. Las lágrimas del replicante son el miedo del esclavo.

Publicado en Cuatro Esquinas º583

ABANDONO



Pasados unos meses de las elecciones municipales, la sensación, y la evidencia, que recorre al vecindario ribereño es la misma de entonces: exponerse al socaire del más ingrato abandono.
Visto que el baile de San Vito que acompaña el trajín electoral es parte del simulacro consustancial al carnaval ‘democrático’, sería preferible en vez de votar invocar al santo, martirizado durante las persecuciones de Diocleciano allá por el 303 dC, para, a semejanza de la Edad Media, curar a los políticos afectados por tal enfermedad nerviosa evitando así ser quemados en la hoguera por posesos. Si ‘poseso’ dícese de la persona que padece posesión o apoderamiento de algún espíritu, no está claro quiénes sean actualmente los poseídos, tal y como semejantes a posesiones nos maltratan, aunque sí puede deducirse cuáles los malos espíritus.
El caso es que una vez abortada la danza electorera la modorra, a la par ignorancia y somnolencia, se esparce por la vida municipal con la parsimonia del rentista al que la nómina va engrosándole los bolsillos, dignificando la morbidez que padecen aquellos que, desamparados del palio sacramental, afrontan la maldición bíblica del pan sin la defensa de una buena cuenta como cornamenta.
Abandono que es la coartada mejor para colar iniciativas mercantiles de rondón con vistas a aplacar el desconsuelo de la feligresía otorgando generosas dádivas a costa del contribuyente. Ya sea un colegio concertado, un hospital paralizado, un desarrollo subdesarrollado, sea lo que sea con tal de transmutar a los usuarios cabreados en consumidores arruinados ipso facto.
No es que sea dejadez, descuido, desidia, desinterés, indolencia, vagancia, despreocupación u holganza, sino el carácter parasitario que define a quienes usurpan el lugar que corresponde a los ciudadanos convirtiendo la política, entiéndase los asuntos de todos los ciudadanos (politikoí), en la intromisión y beneficio de asuntos personales y privados (idiotikós), por lo que al despreocuparse de los asuntos concernientes a la ‘pólis’ (ciudad) llamábaseles ‘idiotes’, ciudadanos privados, derivando luego en el vocablo ‘ignorantes’, y degenerando actualmente en la palabra ‘idiotas’.


Publicado en Cuatro Esquinas º579